Empatía y Ego

Estaba pensando en si escribir o no este tema en el blog. Es intenso y difícil de explicar. Luego me he dicho… “qué diantres, voy a escribir mi opinión al respecto”. Al fin y al cabo, aquí estamos para ser criticados de manera constructiva y discutir nuestras más diversas opiniones. Bien, allá va.

Hace un rato leí una entrada de blog de una compañera de profesión que trabajaba en el departamento de Oncología. Es un servicio maravilloso, y es cierto que el personal que trabaja allí está hecho de una pasta especial, debido a las experiencias tan intensas que se viven en la unidad cada día.
Relataba esta compañera que experimentaba la empatía como una puerta de entrada en ella del dolor de sus pacientes. Éste, poco a poco y como si de una losa tras otra se tratase, acababa “encorvándola”. Contaba que a las personas humanas como ella y de las que quedan pocas, capaces de sentir esta empatía hacia los demás, había que exigirles poco cada vez, ya que, si no, se corría el riesgo de pasar de “encorvarse” a “ser aplastada”.Poco a poco, su relato casi culpaba a sus pacientes y familiares de no ser capaces de ver que llevamos una cantidad exagerada de enfermos y de trabajo, que nosotros también somos humanos y que se aprovechaban del personal sanitario en su exclusivo beneficio.


Llegados a este punto, creo que puedo empezar a relatar qué entiendo yo por la empatía. Por definición, la empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Ello no quiere decir que te cojas una navaja y te empieces a cortar las venas si el otro lo está haciendo; no hombre, qué va. Es más bien llegar a entender al otro para comprender su punto de vista. Ver a través de los ojos de aquél a quien estamos atendiendo. Viendo por ellos somos capaces de entender el mundo a su alrededor. Pero son unos ojos prestados, no son los nuestros. No podemos cometer el tremendo error de juzgar lo que ellos ven y por tanto sienten, simplemente porque nuestra filosofía es distinta.
La enfermera tiene la inmensa responsabilidad de estar por encima de eso. Si se limita a ver a través de los ojos prestados, sin juzgar lo más mínimo, comprenderá cosas como que en una situación difícil como es luchar contra una enfermedad como el cáncer o bien asumir que la vida de alguien querido se acaba de manera prematura, puede que no haya cabida para comprender a esa enfermera saturada y que, en ese justo momento, es una mera tabla de salvación, fuente de información, desahogo o paño de lágrimas.




Y aquí entra en juego el ego. Mi madre siempre me está hablando del ego. A veces me lo define de tantas maneras diferentes que creo que aún no sé exactamente a lo que se refiere. Eso sí, me ha dejado
una cosa muy clara: huye del ego.
Cuando leo textos así, escucho a compañeros quemados o me sorprendo a mí mismo poniendo a parir a los pacientes que “me tratan mal”, las definiciones sobre el ego que mi querida madre se empeña en hacerme comprender cobran de golpe un sentido titánico. El ego es una voz en la mente. Un torrente de pensamientos y emociones involuntarios y compulsivos que surgen condicionados por lo que has mamado desde chico, tu raza, tu religión, tu cultura, etc. Nos hace suyos, nos posee, y, de repente, nos convertimos en la voz de nuestro pensamiento, de nuestro ego.
En situaciones delicadas como las que mi compañera relata en su blog, el ego hace aparición. Surge involuntariamente, nos convertimos en lo que pensamos sin querer. Pensamos que deberían entendernos, que deberían no darnos tanto trabajo y que son egoístas por no pensar que somos tan humanos como ellos. Pensamos que si nosotros les entendemos, ¿por qué ellos a nosotros no? El ego nos hincha. El ego nos posee y nos come por dentro… Y nos acaba desbordando de mil maneras. Una de ellas es el burnout (quermarnos). Otras la desilusión. Y otras, la deshumanización.
Porque el ego no entiende de empatía hacia los demás. Por desgracia, huir del ego es algo que se entrena y que lleva tiempo. Pero llega un día en el que lo consigues ver. Vas a hablar y, de repente, lo identificas, lo VES: “¡chst! Ahí ibas a disparar tu ego, en la siguiente palabra que iba a salir por tu boca”. Paras, reflexionas, y te dices: “voy a intentar apartar el ego, mi pensamiento involuntario y a ver las cosas de una manera completamente objetiva. Y con el ego fuera, voy a empatizar”. Entonces logras SEPARAR. Y ves al paciente de manera que entiendes por qué sufre, por qué no se para a entenderte a ti y comprendes bien que no puede hacerlo. Y comprendes también que no eres quién para criticarle por ello… porque tu única razón era que el ego te guiaba a hacerlo.

Y creedme, a veces es verdaderamente difícil. Reconozco que soy un auténtico adorador de mi ego muchísimas veces. Cuesta muchísimo quitárselo de encima; verlo y apartarlo. A veces el ego resulta tan… placentero.

Y me diréis: “vale, Javi, pero al final empatizar tanto te puede acabar cargando, como dice esa compañera”.
Pues es que eso es otra cosa que se entrena. Empatizar de manera objetiva conlleva separar tus sentimientos de la persona que escuchas. Ponerte en su lugar no es sufrir con ella, no. Tener el ego apartado hace también que veas su entorno sin juicios, desde su punto de vista. Y, a partir de ahí, usas tus conocimientos de enfermería para guiarle. Y ahí acaba tu parcela. Queda a merced del otro seguir ese camino o no. Es lo bonito de la libertad. Quizá vuelva a reclamarnos voluntaria o involuntariamente, pero volveremos a tenderles nuestra mano para brindarles la libertad de cogerla o no.

La enfermería es una labor increíble. Somos capaces de cuidar a los que más nos necesitan, con actitudes tan preciosas como ponernos en el lugar del otro y saberles escuchar, haciéndoles sentir que no serán juzgados. Porque, simplemente, a veces escuchar es lo único que se necesita.

Porque nos “encorvaríamos” menos si nos limitáramos más veces a escuchar, sin juicios, sin ego… sin más.

Comentarios

  1. Me hubiese gustado leer el Blog de tu compañera para tener el panorama completo. Sin duda la labor de un(@) enfermero(@) es por demas loable, y explicas muy bien lo de la empatía y el ego porque eres claro y preciso en ello.
    Yo creo que mas que empatía que encorve, debe usarse la cortesía, la prontitud, el esmero y la mejor atencion que las circunstancias permitan hacia el paciente, porque como dices en parte de tu escrito la mayoria de veces, el paciente tan solo quiere ser escuchado, claro, que se oye muy facil y escribir esto es mucho mas facil aun, pero cada paciente es un caso distinto y no alcanzarian las 24 horas del dia para empatizar con cada uno. Quiza me oiga "deshumanizado" pero los cuatro puntos que menciono son los mejores paliativos que necesita cualquiera en una situacion como las que viven cada dia.
    Sobre el ego no existe mas que la definicion etimologica, Tu ego es tu Yo, ya lo describiste: es tu cultura, tu religion ,tus pensamientos o lo que has mamado,y añadiria tus sentimientos , nunca es sacrificable en mi concepto, pues no se puede dar mas y dejar de ser uno mismo.

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    Respuestas
    1. Ishh... Pues he estado buscando el blog que leí hace ya tres semanas, pero no lo he conseguido encontrar. No recuerdo las palabras clave que usé en el buscador. Si lo localizo, te escribo el enlace por aquí.

      Yo opino que la empatía bien entendida y llevada a la práctica no encorva en ningún caso, pues no tiene poder para "encorvarte". La cortesía, la prontitud, el esmero y una buena atención... todo eso son herramientas que nos pueden resultar muy útiles y que pueden reflejar una empatía de calidad.
      Sin embargo, empatía muchas veces es también dejar en paz, no hablar, marcharte de la habitación, decir que no estás de acuerdo o recordar las normas del lugar. Porque ponerse en el lugar del otro te permite ayudar al paciente también informándole de lo que desconoce o sobre lo que él piensa que es bueno y no lo es.

      Por desgracia, como bien dices, muchas veces nuestra saturación de trabajo es tal que nos es imposible dar todo esto a todo el mundo. A eso añádele los días malos, los problemas propios... De ahí que a los enfermeros nos hayan enseñado algo tan importante como es "priorizar". Saber cuándo, dónde y con quién actuar primero. Muchas veces la respuesta es "empezar con uno mismo".

      El tema del ego es muy amplio y tiene muchísima chicha. Muchas gracias por tu comentario, ¡me ha gustado mucho! Y, como siempre, lo tendré muy en cuenta ;)

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    2. Tu respuesta me ha gustado mucho más, porque complementa lo escrito en el post y comprendo mejor lo de la empatia. Prometi en otro blog "Homonimo" al tuyo no enjuiciar los conceptos ni las ideas que se exponen en los post, pero es de no resistirse. Y gracias a Tí porque hay mas que agradecer la atencion y la respuesta del autor del post, que al comentario mismo.

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  2. me a gustado mucho tu articulo ,como bien has dicho tu madre te hablaba mucho sobre el ego y es que cuando nacemos el ego lo crean nuestros padres o familiares queridos a medida que vamos teniendo consciencia vamos construyendo nuestro propio ego, dependiendo de las vida que hemos tenido y de la vida que queramos elegir .somos muchas personalidades a la vez y tenemos muchas mascaras . el hecho de saber reconocerlas cuando están usurpando nuestra verdadera personalidad es lo que nos permite desenmascarar nos y poner a nuestro ego donde le corresponde ,nuestro ego es realmente una voz en nuestra cabeza que toma mil caras distintas ,reconocerlo como tu dices en tu articulo es realmente lo que nos hace grandes y ver las cosas desde una perspectiva mas sana , gracias a tu articulo yo pensare mas en separar mi ego negativo de mi yo positivo ,y a si bien no dejar que me usurpe la personalidad .ser consciente .

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  3. Hola, Rocío. Perdón por el enorme retraso en contestarte.
    Tienes razón en que vamos adoptando numerosas máscaras dependiendo de en qué situación nos encontremos en cada momento o delante de qué persona estemos. Sin embargo, el problema (creo) está en que a veces esas máscaras las tenemos tan adheridas y enquistadas a nosotros mismos que, cuando nos damos cuenta de que no nos dejan ser libres, nos es imposible retirárnoslas... y muchas veces jugamos a favor de nuestro ego para continuar en nuestra terrible "zona de confort".

    Sin embargo, reconocer ese problema no es motivo de frustración, sino de reconocimiento de haber sido capaz de dar ese primer paso. Y tirar para adelante para entrenar nuestra capacidad de dejar a un lado el ego negativo y ser libres.

    Muchísimas gracias por tu comentario. Me ha gustado mucho :)

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